Espejo de tiempo de Bianca Consoli

Ella sabía lo qué iba a suceder ese día, yo ahora sé lo que va a suceder. Estaba en su conocimiento desde un año atrás lo que ocurriría, pero de alguna manera ella olvidó la advertencia y yo la voy a olvidar también.
Mientras ella caminaba la mañana de ese día en una calle donde cada uno es solo poseedor del limitado espacio para caminar, sin siquiera espacio personal, yo camino por una calle vacía donde al menos hay una persona a pocos metros de mí. Pero ese día hice mi salto, sólo salté a unos metros de ella, podía ver su cabello largo; un poco más largo que el mío pero del mismo color. Ella adelante mío, de espaldas, pero de algún modo supe que era ella. Nunca la había visto, por lo menos no en persona pero sabía que era ella. Yo sabía que algún día iba a saltar y ese día no me lo tenía que olvidar.
La mochila de ella está llena de libros y sólo yo sé qué libros son porque a pesar de no haberla tenido nunca en frente de mis ojos la conozco muy bien. No puedo decirle nada, quizás se asuste o puede que sepa que estoy caminando atrás suyo, a unos pocos metros pero si realmente se acordara de ese día ya se hubiera dado cuenta.
Significa que yo sí me voy a olvidar de ese día pero si es tan importante para ella ¿por qué me voy a olvidar? Debería saltar de vuelta a la calle donde estaba solo ese hombre, que si mal no recuerdo caminaba muy lento. Ella seguro que se dirigía a la casa de un amigo a estudiar, él no me puede ver junto a ella, porque ella y yo no debemos estar muy cerca.
Ella debería conocerme muy bien, sin embargo no me recuerda aunque sabe mucho pero no todo sobre mí. Es evidente que se olvidó lo que va a suceder esa tarde por ese día.
Salto para que me note y se acuerde, pero recordar exactamente un año atrás es difícil, sin embargo yo sé que lo que va a suceder ese día es difícil. Salto de un lado a otro, le muestro mi cabello pero no lo ve.
Yo llego a la casa de su amigo que resulta ser mi amigo también, me conoce y la conoce sin embargo no podemos estar juntas. No tuvimos hermanas y ella también tiene un hermano mayor al igual que yo. Pero yo no me llevo bien con él, aunque al parecer ella sí, podría ser que algún día vuelva a hablar con mi hermano.
Salto nuevamente a la calle vacía y me pregunto cómo es posible que suceda esto. Ella debería reconocerme y saber que estoy allí, afuera, en la calle llena de gente. Salto de vuelta y veo al edificio de departamentos en el cual está ella, trato de identificarla por alguna de las ventanas pero no logro ver nada.
Su celular es mi celular, no sé su número lo mismo que sucede con el mío, pero espero que ella se sepa mi número algún día. Su celular es igual al mío, un año más viejo.
Ella se está tomando demasiado tiempo, ya debería haber salido, ella y yo sabemos bien los horarios del bondi. Ese bondi no pasa muy seguido y ella sabe que es el único que la puede llevar cerca de la oficina, hasta yo lo sé; algún día voy a terminar trabajando allí. El bondi ya pasó y esperarlo significaría llegar tarde a la oficina; ella desde la ventana lo vio pasar.
Ella estaba lejos de la oficina, no iba a llegar caminando. La calle estaba llena de autos. Yo sabía que no era prudente correr, pero ella corría igual, y yo iba atrás de ella. Perdíamos el tiempo en los semáforos que cedían el paso a los autos. Ella pensó en tomarse un taxi pero revisó su bolso. Yo sabía que lo que llevaba no era suficiente, si ella se hubiera acordado de que yo estaba atrás de ella le hubiera dado plata.
Si ella se acordara de lo que iba a suceder ese día hubiera preferido llegar tarde a la oficina; yo salté para ver un día dentro de un año, ella hizo lo mismo un año atrás, debería acordarse de que sabe saltar, si no puede saltar significa que ella no tiene más tiempo.
Ella seguía corriendo y yo veía cómo su largo cabello se agitaba. La gente no se movía, nos chocaban. En un punto mis hombros me dolían, a ella seguro que también. No hace mucho tiempo que ella trabaja en la oficina, yo todavía no he escuchado de la oficina. Ella debe querer tener un buen puesto allá, yo lo haría, no dejaría que me quiten algo por lo que realmente me esforcé y ella también.
Ella comenzó a correr cada vez más rápido, comenzó a ver que si corría así llegaría cuando los semáforos cortarían para que ella pudiera cruzar, pero era la hora pico y la multitud de personas en la vereda es más grande y cada vez hay más autos.
Yo sé que no hay que fiarse de los semáforos, ella lo sabe, pero no lo piensa. La oficina es la importancia, ella corre y cruza la calle, pero esta vez no la sigo. El semáforo no estaba en rojo, tampoco se había puesto en verde recientemente, y las personas en una ciudad grande viven en apuros. El auto no alcanzó a frenar y ella terminó acostada en el suelo.
Pero yo aún la veo, por fin veo su rostro. Ella todavía respira porque yo aún no salté de vuelta. Ella finalmente me ve pero es tarde, yo nunca volveré a saltar por que ella no va a estar. Si ella no está no tengo por qué saltar. Ella ahora sabe que su fin está cerca y yo tengo un año para no olvidar este día.
Ella murió el día en el que yo debería morir, porque ella soy yo con año más y yo soy ella con año menos. En cuanto ella muera, yo saltaré de vuelta…

 El doctor fue a ver a la madre de la paciente. Este le comunica lo que cree que le sucedió a su hija. “Al parecer se golpeó la cabeza con un fierro. Tuvo que haber saltado para que esto le llegase a suceder, la calle estaba vacía así que no hay nadie que nos pueda decir lo que realmente le sucedió”, concluye el doctor. La madre sigue intrigada y le pregunta al doctor si ya despertó. “Sí, ya se encuentra estable, pero el golpe hizo que perdiera pare de su memoria, no es mucho y tampoco es  grave”. La mujer entra en la habitación y le dice a su hija que van a comer las sobras del almuerzo en la cena, la hija dijo que no recordaba el almuerzo…ni el desayuno, ni nada de lo que había hecho ese día. El doctor dijo que estos efectos serían permanentes si no se recuperaban dentro de dos meses.

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