En una nota, leí esta mañana en el (oficialista) diario Río Negro, sobre un médico que estuvo nueve años en coma, y que ahora, volvió a caminar, hablar, comer y recordar.
Pasado el mediodía, lo olvidé como olvido las crónicas policiales del diario que no tienen que ver con corrupción estatal o de policías vinculados con mafias.[1]Dudo si fue casualidad o vital designio del destino, pero navegando por internet, me encontré con la biografía y las últimas notas en las que se hablaba del médico:
“[…] El virtuoso neuropsiquiatra mendocino, Félix Adolfo Páez, radicado en Cinco Saltos, provincia de Río Negro, sufrió un accidente camino a Cipolletti el día martes a las 5 am.
Pasado el mediodía, lo olvidé como olvido las crónicas policiales del diario que no tienen que ver con corrupción estatal o de policías vinculados con mafias.[1]Dudo si fue casualidad o vital designio del destino, pero navegando por internet, me encontré con la biografía y las últimas notas en las que se hablaba del médico:
“[…] El virtuoso neuropsiquiatra mendocino, Félix Adolfo Páez, radicado en Cinco Saltos, provincia de Río Negro, sufrió un accidente camino a Cipolletti el día martes a las 5 am.
Aparentemente, “saló de imprevisto de su casa en estado sereno y taciturno”, según cuenta su amigo, que estaba en su casa en el momento en que se fue. “Estaba realizando un estudio […]”
Las notas de los días posteriores al accidente no le servían de mucho. Encontró una del neurosiquiatra en una dudosa divulgación científica, que formuló en un estudio sobre la mente. En el discurso de apertura pronunció las siguientes divagaciones:
“En el libro Timeo de Platón, se lee que todos las cosas existentes del mundo natural son meros y vacíos hologramas del mundo ideal, que todo lo existente es a las ideas, lo que es el reflejo de un espejo a las imágenes reflejadas. En este mundo, los únicos que tienen inteligencia y memoria (por lo tanto historia), son los seres humanos. Esto hace pensar que las mentes humanas son lo único del mundo real que pueden reconocerse en un único e irrepetible punto de la historia y, por tanto, saber y sentir ahora, en su tiempo presente, que todo lo que ocurre, también le ocurre a él, como una especie de plenitud con el universo. Y, todo lo que aconteció en un pasado, es lo que forma su presente y la realidad. De esta manera, todo lo que ahora acontece, determinará el porvenir.
De este modo, el ser humano se reconoce en un eternidad donde no depende de su cuerpo físico, y todo lo que acontece le parece frío, estático y circular en el tiempo y se reconoce así, en el mundo eterno de las ideas platónicas” […]
Atónito por los delirios patafísico-siquiátricos del doctor Félix decidí indagar más…
A las pocas semanas, conseguí una cita con uno de los hermanos del doctor, que estuvo con él los años del accidente. Al llegar a su casa, me hice pasar por periodista y sin mucha vuelta ni formalidad fui al grano. Comencé la entrevista preguntando sobre los meses previos al siniestro automovilístico que lo dejó en coma:
-En esos tiempos Félix estaba aturdido y entregado a un estudio que, para él, salvaría la mente humana. Por esos días fue a dar una conferencia sobre “las ideas de Platón aplicadas a la mente humana”. Fue muy aplaudido y recibido con interés. Empero, un grupo de intelectuales de Estados Unidos, al que llegó a conocer, le comentaron su más reciente teoría: Decían que era menester para la mente humana el apreciar el momento presente, a sabiendas de que es el único en el que existiremos, y por lo tanto se deberían aprovechar todas las riquezas y comodidades que el ser humano mismo desarrolló para él en la historia. Decía mi hermano esto, con insondable impotencia, y argumentaba no sin ira y puteadas varias:
-“Estos intelectuales, reciben su sustento económico de miles de millones de dólares, de empresas multinacionales que monopolizan el hambre y el bienestar del mundo en sus manos.[2] Por lo tanto, se los induce a que desarrollen teorías justificadoras de la explotación de estos monopolios a la humanidad. Por el poder ilimitado de los mismos, las teorías de los intelectuales se esparcieron con la velocidad y la eficacia de la peste bubónica por el mundo, como “una revolución del entendimiento humano”, disfrazado por una melma filósofo-científica, cuando en realidad se distribuye como fe religiosa.”
-Obviamente, esto me lo decía sólo a mí. Hasta que escribió un ensayo que divulgó por intenert, que llegó a manos de científicos y médicos entendidos en el tema, quienes compartieron su punto de vista y lo invitaron a tener una reunión privada…
-De regreso, mi hermano, muy turbado, me dijo que estaban conspirando contra el mundo, y que él, conspiraba contra los anteriores.
Dicho esto, dijo que tenía que ir a trabajar en turno vespertino y agregó, el hermano incómodo: “la entrevista terminó.” Insistente, le pedí que al menos me dijera que fue lo último que hizo antes del accidente. Accedió:
-Los últimos días… - pronunció con desgano- mi hermano dormía poco, se quedaba horas en el laboratorio del hospital o en su casa de las chacras, investigando y meditando… Compro algunos boletos, e hizo su bolso que no llevó el día del accidente.
Conforme, pero con más dudas, me fui de su casa.
En la hemeroteca de la Biblioteca encontré un recorte de un atentado terrorista en la ciudad de Berlín: entre las víctimas, había varios científicos y filósofos, de importancia y relevancia mundial, por lo que la CIA y demás fuerzas internacionales estaban cazando a los terroristas.
Años más tarde, logré hablar con la madre, quien me contó los pormenores que sabía del accidente:
-Ese día se quedó hasta tarde terminando las últimas páginas de un ensayo que pretendía cambiar la conciencia del Planeta, a través de una teoría filo-económica que refutaba la teoría de las ideas de Platón y, las combinaba y enriquecía con las de otros pensadores como Hegel o Aristóteles. Terminado el mismo, partió para Cipolletti, (por lo que supe después), iba a la editorial para que lo publicaran. Un posterior rastrillaje de la policía indicó que el vuelco producido en la curva de la ruta 151, fue causado por los frenos que habían sido averiados con intención.[3] Los, todavía, posteriores rastrillajes, no encontraron culpables – Enojada, ahora, la madre de Félix, agrego: Y no, ¡Si son unos corruptos hijos de puta estos policías! ¿Podés creer que el juez levantó la denuncia después de dos años por expirar la causa?, cuando el fiscal no investigó un carajo en ese tiempo. Pasa nene, que el Gobierno y la Justicia de acá son muy truchos, están bancados por una petrolera canadiense que viene, saca sus millones de barriles de petróleo contaminando todo y se van como si nada. ¿Sabías que en un pueblito cercano mataron a una bioquímica que estaba investigando la contaminación que dejó la empresa, y adiviná… no pasó nada, como con mi hijo. Los dos andaban detrás de algo importante… por suerte mi hijo se salvó.
Dicho esto, me dio pie a preguntar cómo fue que estuvo años en cama, a lo que me respondió:
-Y… fue difícil nene, te podrás imaginar: después del accidente lo tuvieron en coma farmacológico y lo operaron varias veces. Al tiempo, como a los tres meses, un día se estabilizó y recuperó la conciencia. Me preguntó cómo andaba, tenía mucha lucidez en ese momento. Y después me preguntó qué estaba pasando en el mundo; siempre él y su preocupación egoísta por el mundo y la humanidad, por su hermano; por cómo iba el negocio de su madre no preguntó nada. Le respondí que hubo una crisis mundial, que se declaró la guerra en Afganistán, que hubo atentados en Londres, París, Berlín y otras ciudades, y que la economía de los países del tercer mundo como China y Brasil, iban en auge. De golpe y porrazo, se desmayó, tuvo una recaída y despertó ocho años después.
-¿Cómo fue que despertó? –le pregunté- ¿Cómo está ahora?, hace poco leí una nota que dice que se recupera de a poco.
-Se encuentra bien -dijo, y agregó con tristeza: dentro de lo que se puede decir “bien”, cuando despertó del coma tuvo que aprender todo de nuevo: a caminar, a hablar, ir al baño, comer… Era un bebé, pero ahora, ya es autosuficiente de nuevo. El tema es que quedó con secuelas… quedó medio loco. No se lo puede mantener un segundo en la realidad, divaga, divaga y divaga…
Cumplidos mis intereses con la madre de Félix, le pregunté dónde estaba internado.
El ambiente de campo que tenía el patio hacía muy grata la visita y muy cuerdo a los locos (los únicos sabios que nos quedan…). El sol se perdía crepitante en un mugir de penas por entre las bardas, y más pronto que tarde, se iba a su fin próximo, el primer y último poniente del día. Cuando lo saludé, me dijo: te estaba esperando, tardaste más de la cuenta. (En el hall de entrada me dijeron que los pacientes no eran avisados de la visita).
Su imagen de hombre deplorable, su barba de profeta o moribundo y su rostro blanco y pálido como de muerto, corroboraban lo que decía:
-Lo que hice salvó al mundo, y lo mejor es que lo disfruto desde la total impunidad, tan impune como lo puede ser un loco.
Calló y contempló el atardecer. Estuvo en un silencio y una quietud estoica, muy semejante a la de un árbol. De golpe posó su leve mirada y dijo:
-Está tan loco el mundo, por suerte está encerrado fuera de este lugar. Está loco el mundo… - repetía - Por suerte yo me morí, me levanté de la cama en que me tenían –su mirada seguía inexpresiva y su rostro perdido- y después, palmé…Cuando miro el agua, me miro y me veo vivo[4]. En este mundo todo es puro, incorruptible… Como si el tiempo fuera una mitología pagana que no tiene ya, nada que explicar.
Su rostro se perdió en algún oscuro horizonte, y supe que nunca más lo volvería a ver.
Seudónimo: Luis Alberto Magallanes -categoría B-
Nombre: Raúl Marino
[3]El primero en auxiliarlo fue un amigo inglés con el que estaba viviendo, que conoció en una reunión que tuvo, y que justamente en ese momento estaba hablando por celular con él. Preocupado, llamó a la ambulancia, se tomó un taxi y fue a rescatarlo.
[4]Me pasan todas las cosas, el viento me pasa, el miedo, la ignorancia y la injusticia me pasan, estoy vivo, pero sufriendo y gozando a la vez, porque todo me pasa.
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